miércoles, 28 de julio de 2010

UNA HISTORIA DEL TALLER O LA INCOMPRENSION DE UN GENIO

Ya no sé ni donde me había quedado. Si es que se nos pasan los días, las semanas y hasta los meses y no hay manera de que esta chica me pase los apuntes. Dice que no tiene tiempo. “Ayyyyy, si es que se pasa el tiempo volando”, dice…
Ya. Pero bien que lo encuentra para escribir otras cosillas, para hablar por teléfono (¡sólo nos faltaba que Sole Coneja’s Mother le mandara otro!) y para meterse en todas las zapaterías que encuentra. Alguien debería decirle que lo de Imelda Marcos no es preciso superarlo. Más que nada, porque en casa ya no cabemos más trastos. Un servidor, sin ir más lejos, el otro día le hizo una indirecta al respecto. Una de esas que se hacen levantando decididamente una pata, ya sabéis… Ahora, el par “indirectamente” aludido está en remojo con lejía y así tiene ella una buena excusa para adquirir otro en cuantito pueda. Yo creo que el día en que sea consciente del problema que tiene servido con ese tema, acabará autovetándose la entrada en todas aquellas zapaterías que tengan un expositor en la entrada al mejor estilo de un ludópata en la puerta de un bingo.
No es mala chica, no. Pero no hay forma de entenderla. Y mira que hace ya más de un año que lo intento, eh? Pero, nada, ¡que no hay manera! Y, para muestra, un botón:
Quizás sepáis que ya hace algún tiempo que está muy liada con eso de los dibujos y que yo soy su primer ayudante, así como que mi inapreciable colaboración es básica. Pues bien, el proceso comienza con su llegada a casa llevando bajo el brazo un rollo grandote de papel. Luego procede a desenrollarlo y lo aplana hasta que queda bien lisito, pero a veces le cuesta un poco porque el dichoso papel, por lo visto, le tiene una tremenda querencia a la forma cilíndrica. Pues bien, resulta que la semana pasada volvió a aparecer con uno de esos rollos, por tercera vez en lo que va de mes, por cierto, ya que la última obra se le está resistiendo más que un baño a la gata Brujilda (y digo yo que menos mal que aquello de la mili ya está abolido en este santo país, que si no, para cuando acabe el retratillo que tiene entre manos, el niño-modelo del cuadrito en cuestión ya iba a estar licenciado y todo) bueno, pues a lo que iba, que como uno siempre tiene esta innata tendencia y generosa predisposición a echar una mano, al ver que dejaba el rollo de papel en el suelo, al lado del caballete, mientras se iba a hacer sus cosillas, pues me dije:
“Mira, majo, se lo irás aplanando y así le adelantas trabajo a la criatura…”
Dicho y hecho. Peeeeero…
No había hecho más que empezar, cuando oigo una voz que surge del lavabo y que dice: “¿Y ESE RUIDOOOO..?”
En menos de un santiamén se me echó encima como un brazo de mar y me sacó de encima de la cartulina en la que sólo me había dado tiempo de pegar tres o cuatro botes, os lo aseguro. Uno, que tiene una fina intuición para estas cosas, procedió a retirarse prestamente hasta el rincón de la no-lámpara y, desde allí pudo oír como despotricaba durante un buen rato.
“ Como un acordeón lo ha dejado”, decía. “¡Como un acordeón!”
Y después, hablando por teléfono con su mamuchi de ella (se creerá que no la oía) pues también le explicaba: “ Si es que yo no sé de donde saca este bicho las ideas!” “Pero qué desastre, por Dios!”
Es el colmo, vamos. Yo, un “bicho” yo!!! Vamos, vamos, vaaaaaamos! ¡Qué indignación más grande!
Estuve un buen rato después sin dirigirle la palabra. ¿Qué menos, no..?
Luego, como siempre, se nos acabó pasando. Yo utilizo mi infalible técnica de la mirada fija en los ojos con posterior caída lánguida de pestañas y, al momento, ya la tengo otra vez acosándome a achuchones y besuqueos. Soy bastante sufrido, la verdad, pero a veces resulta francamente agobiante. Gato Ferdie está de acuerdo conmigo (él diría: “meh!”) y eso que es su preferido gatuno (o quizás precisamente por eso). Se parecen mucho los dos. Así, siempre como atontolinados y, a veces, con un subidón que les entra y les hace ir de un lado a otro de la casa como si se hubiera prendido fuego en algún lugar de la casa. A ella suele ser porque se le escapa el tren. El de la RENFE quiero decir (que como se entere que insinúo otra cosa me tiene a zanahorias y agua secula seculorum y no me vuelve a transcribir nada nunca más) y al otro porque le interesa hacerle la pelota. Los dos igualitos, unos viejos prematuros… bueno, ejem, uno bastante más prematuro que el otro, je,je..
Se dice que para tener una correcta visión del lugar que uno ocupa en el mundo hay que tener en casa un perro que te mire como te mira un perro, y un gato que te mire como te mira un gato (claro, cómo te van a mirar si no, verdad..??) Pues bien, yo le digo que para tener esas dos visiones puede apuntarse al repelente Amadeus, al que aburre soberanamente y que le suelta un tarascón en cuanto se descuida y como perro… pues que como perro puede tener al gato Ferdie y que si sabe contar, que conmigo no cuente.
¡Hala!
Estos días estoy esperanzado con la posibilidad de que se decida a salir ni que sean cuatro días para cambiar de estos aires de barrio tan sanos y tan, tan, taaaan …, ejem, tranquilos. En próximas entregas ya os contaré de los aires esos, ya… pero ahora os dejo, voy a meter un par de mudas en el equipaje antes de que se me cuele alguno de los monos esos (o los dos) en el bolso de mano.
Hasta pronto, chicos. ¡Felices vacaciones a todos!

4 comentarios:

  1. Este Renato las vueeltas que da, con lo facil que es decir Inés y él no, Sole Coneja’s Mother. Nunca me habian llamado así

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  2. Porfa, Montse. Pase los apuntes de Renato. Ya sabemos que estas liada, que es verano, pero ten un poco de consideracion hacia los que estamos pendientes de las vivencias que Renato nos transmite. Un beso.

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  3. estoy de acuerdo con Isabel, yo tambien hecho de menos las vivencias de Renato, me alegran mucho el dia y aunque la gente que se cruce conmigo por la calle se quede pensando "de que se reirá esta idiota" yo sigo saliendo de casa con una amplia sonrisa en la cara.

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  4. OJALA ESCRIBAS PRONTO TE HECHO DE MENOS

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